Decía Kandinsky que el color es un medio para influir directamente en el alma. El color va unido a las emociones, percibimos los colores en base a nuestras experiencias personales, y es por esto que cada color consigue del espectador una respuesta diferente. Los colores, al igual que las notas de música, tienen un sonido diferente, un ritmo y un tono que chocan directamente con nuestra fibra más sensible. El color es el pilar que sustenta mi obra, creando formas coloreadas yuxtapuestas, evocando el espacio y creando corrientes de energía, superando los límites del cuadro. En todas mis obras hay una cosa en común, intento captar un momento de emoción y transmitirlo al soporte mediante el color, el gesto y la pincelada. El acto de traducir la emoción en color se convierte en un acontecimiento meramente pictórico. Siento la necesidad de expresarme a través del acto inmediato y espontáneo de pintar. A lo largo de este proceso van aflorando sensaciones y emociones que subyacen en el subconsciente, evocando recuerdos y vivencias con la intención de hacer coincidir la experiencia propia con la experiencia del espectador, haciéndole participe de la obra.