La forma en la que Fátima vivencia su proceso creativo resulta abrumadora, pues aun siendo consciente de que las imágenes que crea surgen de su invención, percibe su obra como un ente vivo que tan solo puede expresarse desde el ejercicio del dibujo. Lo minucioso de su trabajo la somete a un ritmo pausado. Es en este espacio de concentración donde Fátima imagina mientras traza. Ella misma afirma que no inventa, sino que descubre en el dibujo esa otra vida que se esconde tras la línea. La capacidad creadora de Fátima para originar un universo propio, de tal extrañeza y singularidad que incluso resulta un enigma para sí misma, le ha conducido a asumir un gran compromiso con su imaginario. La necesidad vital de proyectarse y comprender el mundo a través de ese otro ser, define su obra como un proyecto de vida.
Fátima es autodidacta, desde adolescente dibuja de manera prolífica, con gran efusividad a la par que con una actitud muy metódica y detallista. El Centro Ocupacional de La Puebla de Cazalla, del que es usuaria desde 2015, desarrolla un amplio programa artístico en el que Fátima ha encontrado el espacio y el apoyo para expandir sus creaciones. Su carrera artística ha ido prosperando en los últimos años. Sus dibujos han sido expuestos en diversas muestras colectivas como El reflejo es una mirada muy profunda entre una persona en 2016 y Guías centrífugas, en 2018, ambas en el Museo de Arte Contemporáneo José María Moreno Galván (La Puebla de Cazalla), Lactitud en Fundación Valentín de Madariaga (Sevilla) comisariada por María Ortega en 2022, y cabe destacar la selección de Fátima para la VIII Bienal de Arte Contemporáneo de la Fundación ONCE, comisariada por Maite Barrera en 2023. En 2019 realizó su primera exposición individual en el Centro del Carmen de Cultura Contemporánea (Valencia) comisariada por Alegría y Piñero.